CAMINO 24 | 27
En el corazón del Evangelio, Jesús, nuestro Maestro y Señor, nos ofrece un desafío y una promesa: "El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9:35). No son solo palabras; es una vocación. Jesús no solo nos invita a servir, sino que Él mismo se convierte en el modelo supremo de servicio, lavando los pies de sus discípulos y entregando su vida por nosotros en la cruz.
El servicio desinteresado va más allá de los actos externos. Es una transformación interna, una conversión del corazón. Cuando servimos con amor, no solo cambiamos la vida de aquellos a quienes ayudamos, sino que también permitimos que Dios actúe en nosotros, moldeando y refinando nuestra alma.
Ahora, con humildad, nos queda un desafío: que cada día, en cada gesto, busquen oportunidades para servir. Encuentren a Cristo en los rostros de los necesitados, en las voces de los olvidados. Como dijo Santa Teresa de Calcuta: "No siempre podemos hacer grandes cosas. Pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor".
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